Hola mi niña. Me cuesta expresar lo que siento ahora mismo, me cuesta porque te echo de menos y el simple hecho de pensar en ti me genera nostalgia, pero te quiero dedicar unas palabras antes de que todo esto termine. Recuerdo perfectamente el día que nos conocimos. Eras tan pequeñita, tan frágil, tan curiosa, tan bonita… Ahora que lo pienso, no sabría decirte si yo te escogí a ti, o fuiste tu quien me escogió a mí, la cuestión es que a partir de ese día hemos sido inseparables. Han sido 13 años de vivencias, 13 años de alegrías, de compañía, de cariño… Si lo piensas fríamente puede parecer mucho tiempo, pero echando la vista atrás, para mí, ha sido un suspiro. Pocos son los sitios en los que no hayamos estado juntos, muchas las noches que has dormido a mi lado. ¿Recuerdas? Te llamaba “Morropala”, porque con él, escarbabas por las sábanas hasta conseguir un acceso, colarte dentro de la cama y tumbarte a mi lado. También “pequeña Hitler”, porque poquito a poco ibas comiendo terreno y haciéndote con la mayor parte de la cama dejándome al filo como si yo fuera el intruso. Con eso y todo, eras adorable. Hemos dado grandes paseos, salido a correr juntos y hemos jugado todo lo posible. Hemos ido a la playa, a la montaña, a ríos, a pueblos… El agua te encantaba, excepto si te tenia que bañar, aun y así, te quedabas quieta para que pudiese lavarte bien, pero lo que eran ríos, playa o piscina, te fascinaba. Recuerdo en una ocasión (no recuerdo el sitio, tengo mala memoria para los lugares) que estábamos junto a un riachuelo de agua cristalina y jugábamos contigo lanzándote piedras pequeñas dentro de él. Tu te sumergías en busca de dicha piedra y asomabas la cabeza con una 10 veces mayor que la que te habíamos lanzado. Casi no te cabía en la boca ¡¡Jajajajaja!! Todos nos reíamos, hasta quien no te conocía, y yo diciendo – no se ha equivocado al coger la piedra, solo que con el agua se ha hinchado. Podría contar mil historias y me faltarían muchas más por contar Se que he sido bastante estricto contigo, sobre todo al principio, pero en seguida aprendiste y te convertiste en algo excepcional con un comportamiento ejemplar, pero lo que no te enseñe, porque es algo que ni se enseña ni se aprende, es a ser tan especial como lo eras tu. Llega el momento del adiós No puedo decir que haya perdido a una mascota, más bien he perdido una parte de mí, un pedacito de mi vida que me ha acompañado durante 13 años, mi niña, mi amor. Me cuesta despedirme. Se que es un tópico, pero no te voy a olvidar en lo que resta de vida. Siempre, siempre, siempre te llevare en mi corazón. Sigue brillando allá donde estes. Adiós mi niña. Te quiero Neska.