Tittus, ya no me acuerdo de mi vida sin ti. Ahora vamos a tener que aprender a vivir sin que te tumbes en nuestros pies o al lado de la cama. Te hemos tenido que decir adiós. Nunca imaginé que algo así pudiera doler tanto. Te has dormido en mi mano cómo hacías cuando eras pequeño y roncabas cuando estabas dormido profundamente pero esta vez será para despertar allá donde van los perritos leales, buenos, amorosos como lo has sido tú. No tengo palabras para agradecer todo el amor que nos has dado en estos casi 15 años, sí, superaste la esperanza de vida de un Carlino como sólo tú supiste hacerlo. Has sido valiente y fuerte hasta el último momento. Espero haber estado a la altura de madre humana para ti aunque tengo mi alma y corazón tranquilos porque siempre he hecho todo lo que ha estado en mis manos por ti, hasta el último momento mi gordito. Duele, duele mucho pero cuídanos desde donde estés. Ojalá haya millones de flores que puedas olisquear mientras intentas comerte algo. Seguro que ahora mismo estás moviendo esa colita enroscada de cerdito que tenías que tanto me gustaba porque te habrás encontrado con Colombo. Te quiero hasta el infinito cabezón. Hasta pronto, no me olvides hasta que nos volvamos a encontrar. Te llevas un pedacito de mi corazón contigo. Ya te echo de menos